Los mitos nunca mueren, y menos aún en el caso de “Mazinger Z”. Desde el comienzo, la serie apuntaba maneras ya que toda ella, desde su creación, está rodeada de situaciones la mar de curiosas y divertidas.
La idea le sobrevino a su creador, Go Nagai, mientras trataba de cruzar una calle invadida por el tráfico. En ese momento, se imaginó lo que supondría el tener un coche con cuerpo de robot gigante para poder cruzar la calle. Y es aquí cuando a nuestro querido autor se le ocurrió una de las primeras ideas: un robot pilotado desde el interior. Todo lo contrario a “Tetsujin 28″, que se pilotaba desde el exterior mediante un mando a distancia. No obstante, dicha serie, junto a “Astroboy”, serían sus primeras fuentes de inspiración.
Poco a poco, Nagai comenzó a fraguar varios diseños (de donde nacerían, entre otros, “Energer Z”), hasta que dio con el definitivo y comenzó a dibujar el cómic pertinente para la revista Shonen Jump de Shueisha, obteniendo un éxito inimaginable.
Fue entonces cuando el estudio de animación Toei decidió llevar a cabo una adaptación a la televisión de 92 capítulos, obteniendo el empuje necesario para que la serie comenzase a salir fuera de las fronteras japonesas. Más tarde, aparecerían como secuelas oficiales “Great Mazinger” y “Grendizer”, que aunque cosecharon un éxito menor en Japón, casi fueron igual de importantes que la original a nivel internacional.
Para los que no siguierais la serie en su momento, o bien no recordéis más que lo fundamental de la misma, quiero proponeros un ejercicio de memoria. Hagamos un pequeño repaso del argumento original de “Majinga Zetto”.
ARGUMENTO:
Todo comienza cuando el abuelo de Koji Kabuto, Juzo Kabuto, y un compañero de trabajo encuentran en la isla de Rodas restos de una civilización antigua, cuya tecnología supera todo lo descubierto hasta el momento, contando con gigantes de hierro que servían para defender la isla. Ese compañero de trabajo no es otro que elDoctor Infierno, que será el primero en darse cuenta de que con ese ejército de robots se podría conquistar el mundo.
Asustado por los planes megalómanos de su ex colega, Juzo escapa; pero, conociendo las intenciones de Infierno, se siente responsable de inventar algo que pueda defender la Tierra. Claro que no podía ser cualquier cosa. Tenía que ser invulnerable. Inmortal. Una auténtica fortaleza de hierro. Sus cimientos serían construidos con la más fuerte de las aleaciones existentes conocidas: la aleación Z. “No, insuficiente, esos cimientos son insuficientes”, debió de pensar Juzo. Tendría que ser algo más potente, un Japanium evolucionado. Una Súper aleación Z. ¿Y su motor de guerra? Por supuesto, un núcleo fotoatómico. Nacería así un verdadero defensor de la justicia y de la paz, un guerrero incansable, con una actitud valiente y limpia, y la capacidad para moverse como un general en pie de guerra, sin mostrar debilidad alguna.
Juzo empieza a crear el robot en su laboratorio. No obstante, siente que su creación no está completa. Le falta algo, aunque no averigua qué es. Desgraciadamente, no tarda en llegar el día en el que su viejo compañero de fatigas, decide comenzar su ataque contra la humanidad, empezando por Juzo para acabar así con la única persona que podría arruinar sus planes.
Tras uno de esos terremotos que asolan Japón con tanta frecuencia, Koji Kabuto, nieto del doctor, acude a visitarlo para averiguar si está bien. Al llegar, ve un gran boquete y se apresura a asomarse para ver qué es aquello.
De este modo, Koji encuentra el laboratorio secreto que el doctor Juzo escondía en su propia casa. No obstante, aquella imagen pronto es sustituida por el descubrimiento del cuerpo moribundo de su abuelo, atrapado bajo una viga. En ese momento, el doctor se da cuenta de lo que le faltaba a su creación, a su gigante invencible: un espíritu, un espíritu humano, indomable e indoblegable por naturaleza. Alguien testarudo pero calculador. Una persona que haya conocido el sufrimiento y que sepa qué es la bondad. Y su nieto Koji es la persona perfecta para ocupar ese puesto.
Juzo usa su último aliento para explicar a su nieto todo lo acontecido en la isla de Rodas y advertirle de la existencia del Doctor Infierno. Le dice que Mazinger Z no es un juguete y que, una vez tome la decisión de pilotarlo, estará en sus manos el destino del mundo. A él le corresponderá elegir si ser un dios salvador o un demonio destructor.
Con este original y arrollador prólogo, daba comienzo la primera serie de televisión y, salvando algunos detalles mínimos, el cómic; varios capítulos repletos de emoción, lucha, sacrificio, sorpresas y sobresaltos. O, al menos, así preferimos recordarlo.
El manga original, a pesar de su éxito, nunca se extendió tanto como el anime. Esto se debe principalmente a que la serie iba dirigida a un público infantil, mientras que el cómic iba dirigido a un público más adulto y exigente con el guión. De ahí que la serie eliminara mucha violencia y dramatismo y construyera historias más simples e independientes.
Aquí os dejo con la intro y el final que toda una generación se sabía de memoria!!!!
CURIOSIDAD
“Mazinger Z” se emitió por primera vez allá por marzo de 1978. La acogida que tuvo la serie en nuestro país fue enorme, siendo uno de los primeros casos de éxito de la animación japonesa en la televisión española. El país, por su parte, se encontraba en plena Transición. Con la muerte del dictador unos años antes, en 1975, se ponía fin al franquismo y se producía la entrada del rey Juan Carlos como jefe de estado. Había llegado la democracia y, con ella, una época de grandes cambios para la sociedad española.
Uno de los referentes de la izquierda española y símbolo de la resistencia intelectual al franquismo, durante y también después de la dictadura, fue la revista Triunfo, que conoció su época de esplendor entre 1962 y 1982, bajo la dirección de José Ángel Ezcurra Carrillo.
Lo curioso de esta revista, y la razón por la que la traemos a colación, fue un artículo publicado en su número 800, en el que se hacía una crítica feroz de la serie televisiva “Mazinger Z”. En concreto, se comparaba a Mazinger con el típico superhéroe americano, heredero del imperialismo y mandado a luchar contra el Doctor Infierno, que se parecía, sospechosamente, a Karl Marx. Vamos, que Mazinger Z era ni más ni menos que una representación del azote imperialista del comunismo.
No obstante, os emplazo a leer el artículo “Doble lectura de Mazinger Z” en la versión digital de la revista Triunfo y sacar vuestras propias conclusiones.
Una nota curiosa sin más que demuestra que, por una razón u otra, lo cierto es que la animación japonesa siempre ha contado con sectores críticos en nuestra sociedad. Años después, de hecho, “Los Caballeros del Zodiaco” tendrían que enfrentarse a los intentos censores de las asociaciones de padres debido a la violencia de algunas de sus escenas.
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